17 noviembre 2004

26 de Marzo de 1675...algún lugar de Toulosse

26 de marzo de 1675... algún lugar de Toulosse
Estoy sentada frente al espejo del toilette de nuestra alcoba, él me cepilla el cabello con suavidad, introduce sus dedos rozando ligeramente mi cuello. Nuestras miradas se cruzan fortuitamente en el reflejo del espejo. Su mirada es fuego y me está quemando el corazón.
Oh! Tiavaras si tan sólo supieras como me estremeces cuando tus manos aprietan mis muslos, o cuando tu boca encuentra mis pechos, siento que mi pecho estallará de pasión en cualquier minuto, no sólo porque te amo y te deseo con locura, sino porque la ventana está abierta y la suave brisa del otoño levanta mis vestidos, sacude tus hermosos cadejos de rizos y permite que tus bellos ojos pardos se encuentren con los mí­os, en medio de la furia de la tormenta de nuestros cuerpos... la luz de los candelabros se extingue con el viento y la adorable luna nos acaricia con su suave resplandor.
Tiavaras... estás cansado, yo sedienta de más amor, ¡¿será que aunque mi cuerpo descanse mi alma no podrá descanzar y no se saciará ni por toda la eternidad?!
¡¿Será que aunque nuestros cuerpos se separen al llegar "la invitada de piedra", nuestras almas se buscarán eternamente y no tendrán descanso hasta volver a encontrarse y no separarse jamás?! ¿Será ese el castigo del amor? ¿Castigo o bendición? ¿ Suplicio o desafío para llegar a tener nuestro reino, como siempre hemos soñado? ¿Será que nuestro reino no está en esta tierra?
Ahhhh....dejo caer mis pestañas y me sumergo en tus brazos para encontrar dulce reposo, amado mí­o...
Eternamente tuya...
Diomina

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